jueves, 24 de enero de 2008

Exordio

(a la salud de los que sufrirán)


Una tarde de mayo Sir Nenón decidió enajenar su quintita con un silogismo pestífero. Cansado ya, tan cansado, de las austeras clarividencias de la razón y la perogrullada academicista -cultivada con brillante efectividad-, puso cara de mayúsculo asco e indignación y luego izó el famoso Banderín de Bangladesh que, bajo la forma de la gélida metáfora, lo llevaría a un demoledor redescubrimiento: el Japenning.

Ese mismo día, a esa misma hora, en ese mismo canal mental, del otro lado del río, el enigmatico Señor Xolar, fustigador de multitudes, refutador de dogmas y accionista arruinado por confiar en los demás, hacia lo propio con un sorrentino que estaba a punto de ingerir; díjose: "He aquí la maravilla máxima, admitir que este coso de masa es realmente una corneta". El extrañamiento, la ostranié, impulsa su loca percepción a la misma conquista que el otro malabarista supo enarbolar. Fue un puente parac98n54y

La mitología Pochiana y los operadores booleanos, aseguran que aquellos padres, popes fundadores, son presentados en una kermese barrial por Don Agustin Popperola, quien intuye, en estos dos adláteres de la pesquisa vanguardista, la anhelada oportunidad de rifar nuestra penúltima trinchera de la vanidad y el estupor rebuscado y sin igual.Ambos reduccionistas percataron que la superpoblación de worms psíquicos sólo podía ser prorrateada con las pseudo lingas de lo real, siempre tensadas por el fuste de la antigua inteléquia medibachesca.La shilé Alexandrina estaba presta a caer con garbo de gordo. Pero como no les alcanzaba la temeridad y la mera clasificación secular, inventaron el picaporte de una puerta que abriría todas los portones de la desconfianza de los procedimientos constitutivos del mundo circundante.Se burlaron del flautista de Jámelin. Lo entendieron.

Mas ojo: sabían que si buscaban la Tutuca de Oro merecerían el castigo de encontrarla. Lo sabían y temblaban como un monolito. Mas en esos instantes es cuando se propina una patada a un gregoriano, incidente inguinal que provoca la torsión del cuerpo mesmo.

"La onda era no entender. La onda del banderín, la onda que surcaba el sorrentino. La onda era no entender..."

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